“¡Selamat Datang!” así nos saluda uno de los simpáticos empleados de nuestro hotel, mientras nos quita las mochilas y las deja en el carrito del equipaje. Es la forma malaya de decir a alguien que es bienvenido, y así realmente nos sentimos cuando entramos al vestíbulo del Damai Beach Resort, ¡con todas esas caras sonrientes que nos esperan detrás de la recepción!
Después de un largo día de viaje no podemos esperar más para estirar un poco las piernas y respirar el aire salado del mar. ¡Menos mal que nuestro alojamiento se encuentra en primera línea de playa! Nada más llegar a la habitación, cambiamos nuestra ropa de viaje por bikini y bañador y nos damos un paseo por la amplia playa, que habiendo marea baja parece aún más grande. Nos entretenemos un buen rato recogiendo conchas y jugando con los cangrejos que dibujan patrones en la arena. Al fondo se ve la majestosa silueta del Monte Santubong, cubierto por una extensa selva tropical y un poco más allá, la entrada del Sarawak Cultural Village, un museo al aire libre que representa a todos los pueblos indígenas de Sarawak. De repente mi novio me trae de vuelta a la realidad, cuando me coge del brazo y susurra: “mira, allí arriba!” En los árboles justo detrás de la playa divisamos a un grupo de macacos. Chillando saltan de rama en rama, y nos quedamos bastante tiempo observándolos…No podemos no reírnos de su comportamiento, ¡son demasiado graciosos! Una hembra lleva a su bebé en la espalda, y cada vez que el pequeño se quiere escapar e irse por su cuenta simplemente ¡lo coge de su larga cola y lo vuelve a poner en su lugar!
Una vez de vuelta en el hotel, nos tumbamos en la piscina y nos relajamos mientras tomamos algún cóctel,– no hay ni que salir del agua para pedir, la piscina tiene una barra de bar dentro del agua . De repente el cielo se tiñe de diferentes colores y podemos contemplar el atardecer más bonito que hayamos visto desde que empezamos nuestro viaje por el sudeste de Asia.
Al día siguiente nos levantamos descansados. Nos resulta difícil elegir qué hacer este día, hay tantas opciones: podríamos alquilar una canoa y recorrer la bahía, caminar por la selva tropical que cubre casi toda la península, hacer una excursión a la pequeña isla Pulau Satang Besar para ir a conocer un proyecto de conservación de tortugas marinas, o asistir a un tour en barco por el río Santubong para observar la fauna que lo habita.
Escogemos la última opción, y no nos arrepentimos: en el Santubong River Cruise vemos a unos delfines de Irawadi, que tienen un aspecto muy peculiar con su cabeza redondeada, y descubrimos a unos monos narigudos escondiéndose entre los manglares. Desgraciadamente no se deja ver ningún cocodrilo. “Solo porque no les puedas ver no significa que no estén, son unos maestros del camuflaje” explica nuestro capitán. Y luego añade, con una pequeña sonrisa “de hecho hay docenas de cocodrilos en este río, ¡probablemente alguno de ellos está justo al lado de nuestro barco en este mismo momento!” Instintivamente me acerco un poco más a mi novio, alejándome de la barandilla que nos separa del agua. También pasamos por Kampung Santubong, un tradicional pueblo de pescadores donde solo se puede llegar en barco. Notamos un aire de tranquilidad – parece que aquí no hay prisa, la gente vive a su propio ritmo. ¡Hasta hace un año ni tenían electricidad!
Cuando el sol desaparece como una gran bola de fuego en el mar del Sur de China, abrazo a mi novio y juntos admiramos otro fantástico anochecer. ¡Qué cursi! Cuando se hace de noche aparecen miles de luciérnagas en la oscuridad, iluminando el cielo encima de los manglares. Así se termina otro día en Sarawak, llenando nuestras mentes con un montón de bonitas imágenes que lleváremos con nosotros de vuelta a España.