El viento nos despeina, podemos sentir la espuma de las olas salpicando nuestras caras, pero no nos importa. Estamos llenos de ilusión para llegar al último destino de nuestro tour por Sarawak, el Parque Nacional de Bako. Aquí esperamos encontrarnos con uno de los habitantes más curiosos de Borneo: ¡los monos narigudos!
Después de unos 25 minutos de viaje en barca llegamos al desembarcadero del parque. Nada más salir del barco tenemos el primer encuentro de naturaleza animal. Un grupo de turistas que se ha juntado al borde del mar llama nuestra atención. Cuando nos acercamos, señalan hacia un punto en el agua, y no es difícil distinguir la razón de su excitación: en el agua poco profunda hay una serpiente marina, devorando a un saltarín del fango.
Después de inscribirnos en la sede del parque empezamos nuestra primera excursión a la selva por el sendero número 3 con el nombre “Ulu Assam”. Según nuestro guía Lemor hay una probabilidad bastante alta de ver a monos narigudos por aquí. ¡Estos primates son las estrellas indiscutidas del Parque Nacional de Bako! Llenos de esperanza miramos hacia arriba cada vez que escuchamos un crujido. Pero no podemos atisbar nada, las coronas de los árboles son demasiado espesas. Los habitantes más famosos del parque están poniendo a prueba nuestra a paciencia. Seguimos caminando en silencio durante un rato, escuchando atentamente por si notamos algún ruido en nuestros alrededores. Pero nada. Aparte de unas salanganas que pasan zumbando por el aire de vez en cuando, y el canto de los grillos que nos rodea como una música de fondo durante casi toda la caminata, no podemos divisar ninguna señal de vida por un tiempo que nos parece una eternidad.
Así que después de comer y descansar un ratito para recuperar fuerzas hacemos otro intento por nuestra propia cuenta. Elegimos el sendero número 6, “Telok Pandan Kecil”, que termina en una pequeña playa, y tiene fama de ser bueno para la observación de los monos probóscides. Nos sentimos como en una película de Indiana Jones – la caminata nos parece bastante aventurera, nos lleva por medio de la jungla y a veces tenemos que aferrarnos a las raíces de un árbol para mantener el equilibrio. Al llegar al final del sendero se nos olvidan todos nuestros esfuerzos repentinamente: Cuando salimos de la selva nos encontramos en una playa espectacular de arena blanca, rodeada de vegetación y ¡sin un solo alma! Nos da ganas de arrancarnos la ropa sudorosa y tirarnos al agua, pero pensando en el aviso de Lemor de que últimamente se habían visto cocodrilos en alguna de las playas de la zona nos conformamos con un paseo por la fina arena, sin acercarnos demasiado al agua.
Es en esta bahía donde por fin hallamos lo que nos esperábamos de este parque nacional: Nos encontramos cara a cara con un grupo de monos narigudos, por lo menos diez de ellos, que estaban sentados por las rocas y ramas de los árboles por detrás de la playa. Por un momento levantan las cabezas y se quedan mirándonos con una expresión de sorpresa casi tan grande como la nuestra. Parece que están pensando ¿” y vosotros, de donde habéis salido”? Con prisas saco mi cámara de su funda, por si deciden largarse…Pero después de haberse asegurado de que no significamos ningún peligro para ellos, siguen tranquilamente con sus actividades. Unos están alimentándose de las hojas de un arbusto, mientras otros están trepando por las ramas y lianas que están colgando de los árboles. Ahora tenemos la oportunidad de contemplarlos mucho más de cerca. ¡La verdad es que tienen un aspecto bastante curioso! Supongo que ya te puedes imaginar que el nombre de estos animales no viene de la nada. Proviene de su rasgo más destacado: los monos narigudos tienen un órgano olfativo de una forma y de un tamaño especial, que les hace inconfundibles. Poder observar a estas criaturas peculiares en su entorno natural realmente es una experiencia única, que solo es posible aquí, ya que estos primates son endémicas de la isla de Borneo.
El tiempo se nos pasa volando mientras observamos la actividad de este grupo de monos – ni nos hemos dado cuenta de que el sol ya está bastante bajo. Es hora de volver a la sede del parque, ¡si no queremos andar por la selva en la oscuridad! Satisfechos regresamos por el mismo camino de antes, que de repente nos parece mucho más corto. De vuelta nos encontramos con las otras dos especies de monos que hay en el parque, los macacos de cola larga y los langures plateados. También vemos a varios ejemplares de los jabalís barbudos de Borneo, otros animales de parecer gracioso, con los que frecuentemente se cruza andando por la playa. No son demasiado tímidos, incluso se los avista paseando entre las cabañas de la sede. Un guía turístico nos enseña otro habitante de la zona en un árbol muy cerca de allí: una víbora verde, perfectamente camuflada entre las hojas y por lo tanto casi invisible. No se recomienda acercarse demasiado, ¡es una serpiente bastante venenosa!
Llegados a la sede, nos compramos unas cervezas y nos sentamos en un tronco de árbol en la playa para ver el atardecer. Mientras miramos como el sol baja detrás del mar pienso que Lemor tenía razón: al final sí que hemos sido afortunados, ¡y nuestra visita al Parque Nacional de Bako para observar la fauna que habita aquí ha sido todo un éxito!